Por mariano Sierra


Resultado de imagen para crisis sindicalPara nadie es un desconocimiento que el derecho sindical en Colombia está en crisis, así que este derecho debe repensarse. La existencia del sindicalismo se mira como la garantía del trabajador frente a los desatinos, persecuciones, violaciones de los derechos frente al empleador y al estado. Desde los inicios de la revolución industrial, se empezó a perfilar un antagonismo entre trabajadores y empresarios que llevaron a la creación de una organización en defensa del desprotegido, en su sentido justo y equitativo. Desde este momento se comenzó a librar unas posiciones políticas y económicas de las partes que hacían imperativo afianzar la organización sindical.

La gestión sindical por parte de empresarios y estado fue generando estigmatizaciones, pero, no obstante, el movimiento fue creciendo en el tiempo y con ese crecimiento, unas debilidades que fueron minando sus conquistas ante factores nefastos para el sindicalismo y que hoy vemos sus efectos, acorde a la historia del proceso formativo y actuante.

No busca esta reflexión esbozar un balance detallado de como se ha abordado en el país el sindicalismo. Solo se enfoca a recorrer cortos caminos de su esencia y manejo, para luego exponer unas visualizaciones. Ambiciones políticas, económicas, de poder, pretensiones múltiples, que transformaron el sentido sindical que fue dejando al garete a la esencia, al núcleo principal, El trabajador. Toda esta amalgama, nefasta por demás para el movimiento, trae de la mano otro ingrediente y es la carencia de formación de los directivos, que tampoco llevaron formación a la base. Al panorama descrito, agreguemos la actitud de algunos profesionales del derecho, que, sin escrúpulos ni fundamentos sólidos, se convirtieron en lacayos del patrono y del estado para desvanecer el movimiento.

Todo ello fue constituyendo una estructura amorfa, sin dirigentes propicios, capaces, carentes de proyecciones colectivas, a lo cual se le suma los políticos que con sus influencias fueron aceleraron la salida del escenario social del movimiento sindical. Para el estado este escenario fue propicio para ir debilitando al sindicalismo, como que permitiera irrespetar la libertad sindical, el deterioro de las condiciones del trabajador, la violación al derecho de huelga, la vida de los afiliados, al derecho de asociación, entre otros. El movimiento sindical también ha sufrido el engaño de sus directivos. Ellos han creado una carta burocrática que simula defender derechos con paros, huelgas, plantones, derechos de petición. Ellos siempre han buscado atornillarse en sus cargos y luego abandonan el barco para acercarse al árbol que les brinde sombra, o buscan arrimarse al estado para lagartear un puesto, un ministerio, o un cargo burocrático, y allí mueren sus ideales, si alguna vez existieron, pues pereciera que del espíritu de María Cano no les quedo nada.

El sindicalismo desde sus primeros avatares proclamo la unidad para la defensa de los intereses de la clase obrera. En el sindicalismo prima el trabajador, hombre o mujer y su dignidad creadora de bienes y de servicios para el beneficio social, pero en especial para acrecer las arcas del poder económico. Un verdadero sindicalismo se rige por una filosofía social y humanista, por unos principios y valores, para la defensa de esa clase trabajadora, que le rigen también principios de solidaridad y autonomía. Por la incoherencia en los principios y la filosofía, es que el movimiento sindical se ha marchitado. La filosofía sindical se estructura sobre la base de una conciencia clara, transparente para la defensa de los derechos de los trabajadores, la empresa y los medios de producción, todo en armonía y equidad- Una fuerza moral fuerte aviva la unidad sindical, por lo tanto, la misión es el bien común, entrelazado con responsabilidad, respeto y unidad.

Prima de otro lado en la filosofía sindical, las relaciones laborales con altura, donde se busque y se garantice la seguridad productiva de los puestos de trabajo y el entorno sindical, el respeto por unos salarios justos y una sólida seguridad social. Los momentos que vive el mundo, son un reto para el sindicalismo, como solución a las crisis dentro de un contexto social político y económico y ambiental. El acto revolución del sindicalismo, es el cambio social, en una lucha de grandes esfuerzos para lograr una igualdad autorrealizable y sostenible, evitando abusos, respetando
diferencias ideológicas, sin esquinces ni rencillas. El mundo, hoy se rigüe por nuevas formas de gobierno y en esa línea el sindicalismo debe transitar, y en su entendimiento ejecutara procesos de luchas integradoras afines a su misión social a sus principios y a la correlación armónica de fuerzas.

El sindicalismo como sentido humano, es una fuerza dinámica que impulsa el orden laboral como una razón del común que articula luchas continuas, en un mundo de tensiones donde se configuran reivindicaciones sociales a través del dialogo. El sindicalismo en Colombia se ha alimentado de la barbarie del estado, del empresario, de los políticos y la fuerza jerárquica que hace desplomar el sindicalismo, o mejor lo hizo desplomar. Un renacer sindical implica una reestructuración de los paradigmas capitalistas que parece que al sindicalismo se le ha olvidado. Mientras que el capitalismo crece, asciende globalizada mente con el apoyo de su socio el neoliberalismo. Pero los sindicatos viven asidos a viejas tácticas por demás obsoletas, carentes de sentido social. El sindicalismo carece de capacidad de poder, requiere como se ha dicho, formar dirigentes probos con visión para aceptar retos que se realcen hacia una nueva organización en pro del desarrollo.

La decadencia sindical se ha visto reflejada en la desaparición de sindicatos de bases, otros se han agrupado en sectores, pero con carencia de fuerza, de dinamismo que engendre confianza. Hoy el panorama sindical es incierto que llama la atención para reconstruir la organización, creíble como medio de defensa contra los atropellos empresariales y del estado. Repensar la justicia social, es una prioridad, pero para ello debe hacerse una depuración jerárquica, amén de otros cambios que el propio clímax ira mostrando. Las luchas sindicales no han progresado en la reducción de las brechas para lograr beneficios a sus afiliados, más si para sus dirigentes.

El sindicalismo como toda asociación colectiva no es imaginaria, como es el sentido que hoy la gran dirigencia lo demuestra. En la medida que respetemos al hombre, a su dignidad y a su ejercicio productivo para el desarrollo, hay deberes que cumplir para que fluya el concepto digno de la persona humana, y no se le coloque como una figura decorativa, manipulable. Manejándolo para conquistas muy distintas a las que el movimiento exige donde fluyan fuerzas solidas morales y éticas.

La cuestión de un derecho sindical ha quedado reprimida- contrario al florecimiento de un pasado cuyos efectos vimos discurrir por el mundo, donde la cuestión sindical era respetada por su filosofía en la defensa de unos derechos, en la defensa de la dignidad de la familia. La arqueología actual del sindicalismo se basa en un mundo ritual y de costumbres canallas, donde prima la obsesión, la avaricia y el deseo de conquistas individuales. Urge un objetivo común de reorganización con la aplicación de un nuevo derecho sindical. La clase trabajadora de hoy debe convertirse en una fuerza colectiva organizada, con verdaderos principios humanos, con líderes que sientan el valor sindical, donde se desprenda una reivindicación del sindicalismo que enfrente las políticas económicas con dignidad, que enfrente la perversidad de un estado perseguidor y un empresario inquisidor, o mejor, díscolo frente a la unidad trabajadora.

De otro lado la fuerza sindical debe desempeñar un papel protagónico histórico, hacia una justicia social, remediando el individualismo jerárquico. El nuevo espacio, cambiante, con nuevos procesos, requiere una fuerza sindical, que se alce como un Ícaro, de las cenizas anacrónicas, formando nuevos pensamientos sociales, por un derecho de lo común, con unas nuevas disciplinas colectivas, donde sus miembros se estructuren de igual manera, con profesionalismo social, político y formativo, para que la organización adopte nuevos horizontes como lo exige la realidad vigente.

El sindicalismo es el fundamento de la sociedad productiva. . El movimiento sindical debe inspirarse como la fuerza que garantice una defensa para arremeter contra el capitalismo salvaje, que salvajemente siempre ha arremetido contra el hombre productivo. La creciente desindicalizacion y deshumanización sindical arruina la esperanza y la autonomía de los trabajadores. Las formas
revolucionarias que hay que examinar, deben apuntar a un gran cambio organizacional con nuevos líderes sindicales, con nuevos aires sociales, políticos y éticos, que inspiren procesos para que crezca la economía, la unidad empresarial justa y equitativa y se armonice el progreso social.

Las precarias actuaciones sindicales del presente, son una pérdida de imagen. La visión global, es un panorama que asoma con vehemencia la compleja situación que atraviesa el país. Por violación de principios democráticos, se le despeja al órgano sindical, de derechos, haciéndolo débil contra la represión por parte de empresarios sin claridad vitalista, cuya afectación repercute en los escenarios mundiales. Ningún organismo social debe ser descalificado. Todas las instituciones democráticas deben ser de recibo socio político pues ellos equilibran la estructura de gobierno y participan de la gobernanza brindando luces para que ninguna se mercantilice.

Este pensamiento reflexivo busca que comprendamos el conflicto sindical para consolidar su papel protagónico, como un equilibrio dentro de las distintas fuerzas sociales del pais.

La cuestión es saber que hoy hay nuevas propuestas de luchas sociales. La nueva orientación debe hacer uso del aprendizaje histórico, de las experiencias, para repensar lo común, si es del caso con base cero. No se pueden perder las luchas del pasado, para reformar el movimiento. El sindicalismo, la clase trabajadora, está en mora de ir en pos de un liderazgo e instaurar formas políticas, y, si es del caso destruir el andamiaje que no da valor agregado, para hacer florecer un nuevo tipo de poder sindical. No tomar partido en la política actual, y seguir siendo ese movimiento ineficiente, es seguir en su estado actual de enfermo terminal. La finalidad sindical es también contribuir al pensamiento crítico, perdido hoy, y la reinvención de formas políticas acordes a los tiempos que estamos viviendo, que se enfrente a los partidos de manera democrática. Esta reflexión tómese como un llamado urgente a impulsar con fuerza y prudencia la teoría crítica, social y política del nuevo orden mundial, donde la clase laboral debe estar presente tomando partido., como instrumento reivindicatorio, gestor de paz, de desarrollo y aliado en el contrato social y el orden democrático,

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