Por Alfonso Castillo
May. 6/21.-. “Qué feo que feo golpear el pueblo para poder gobernar”, texto de una pancarta en la manifestación del 5 de mayo en Bogotá.
Sin duda alguna, no se trata de una coyuntura de fácil análisis, el pueblo en las calles con mucha indignación, ha sostenido durante 8 días un escenario de protesta y repudio a la forma en que actualmente se gobierna el país, en contraste, a pesar de las multitudinarias manifestaciones el gobierno de Iván Duque alienta las fuerzas militares para que salgan a reprimir brutalmente a los manifestantes, primero anunciando la “asistencia militar”, luego, pidiendo solidaridad con policías y soldados que disparan indiscriminadamente contra civiles desarmados y en todo caso dando rienda suelta para que militares y policías tomen el control del orden público y sigan dando tratamiento de guerra a quienes ejercen el derecho constitucional a la protesta y la manifestación ciudadana, y ahora esperando los desarrollos del expresidente Álvaro .Uribe que está impulsando la tesis neo fascista de la “revolución molecular disipada”, y como si fuera poco la amenaza del gobierno de la declaratoria de la conmoción interior, lo que será un grave error y seguro un factor de ampliación de las movilizaciones.
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No obstante, la lectura que se puede hacer de lo que sucede en el alto gobierno, es que el de Iván Duque es un gobierno deslegitimado, con bastante debilidad, inclusive se escuchan voces desde el propio partido de gobierno Centro Democrático qué le dan la espalda, como sucedió con el caso de la reforma tributaria, e incluso están promoviendo la idea de la declaratoria de la “conmoción interior”. Sin embargo, reconociendo que lo que hay es un ascenso cualitativo de la lucha popular, no hay que descuidar la idea de que la ultraderecha tiene capacidad de “renovarse”, incluso sacrificando el presidente Iván Duque para dar paso por ejemplo a un gobierno liderado por Marta Lucía Ramírez y un nuevo gabinete, que le permitan un aire de gobernabilidad y en todo caso aumentar el poder a las fuerzas militares para continuar violentando las manifestaciones, aumentar el “control” sobre los medios masivos de comunicación y así, seguir impulsando el desmonte descarado de la política social que aún queda y consolidando su política neoliberal.
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Es en este escenario en el que el análisis del momento político tiene que cualificarse por parte de los sectores populares, democráticos y revolucionarios, la perspectiva no puede ser otra que la de seguir impulsando la movilización, la resistencia, la articulación y organización y la indignación de la ciudadanía, al mismo tiempo que se planteen propuestas de una salida democrática, con un gobierno popular de amplia participación de los sectores que impulsan la movilización: Jóvenes, estudiantes, mujeres, organizaciones sindicales, populares, el movimiento pensional, organizaciones que trabajan por el derecho a la salud digna, entre muchas otras. El papel de este gobierno popular, debe ser impulsar un Plan de política social de Emergencia que le otorgue recursos económicos a la ciudadanía más pobre, para solventar la difícil crisis económica por la que se atraviesa y por supuesto que retire la larga lista de privilegios que tienen los sectores más poderosos del país, para con ello, obtener los recursos que se requieren para el impulso de esa política social de emergencia, también debe comprometerse ese gobierno popular, con la urgente implementación del acuerdo de paz, que es una herramienta en la cual se contienen todos los elementos para afrontar muchas de las reclamaciones que la gente en las calles está planteando y no menos importante liderar una política seria anticorrupción que le devuelva la confianza a la ciudadanía en las vías democráticas para el ejercicio de un gobierno popular. También por su puesto desmilitarizar la vida social, desmontar los grupos paramilitares y emprender una acción urgente que brinde protección a comunidades y líderes para que termine el genocidio que se ha desatado contra ellos y los firmantes de los acuerdos de paz.
Sea como sea, el problema no es Iván Duque, el problema como lo grita la gente en las calles es la política de guerra y el modelo económico promovidos por las élites, por ello, la solución no es el retiro del gobierno de Iván Duque, la alternativa es el cambio de modelo de guerra que impulsan la sectores de ultraderecha que hoy tiene controlado el gobierno y buena parte de los aparatos de control como la defensoría, procuraduría y fiscalía, el problema es que están gobernando para un pequeño grupo de sectores históricamente privilegiados y se han atrincherado en el poder, usando la guerra y la violencia contra el pueblo, que hoy de nuevo se ha volcado a las calles para mostrar su indignación frente a esta crisis económica que ellos, las elites corruptas, y criminales han generado.
Finalmente, es muy importante destacar que una parte importante de los organismos internacionales como: Naciones Unidas, la propia OEA, la Unión Europea y el Consejo de Estado Norteamericano, la CIDH, exigen al gobierno de Iván Duque hacer un uso moderado de la fuerza represiva contra los manifestantes, esto sin duda alguna es un gran respaldo a sectores democráticos que en las calles exigen un cambio de rumbo en la política nacional.
Defensor de los Derechos Humanos.
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